domingo, 8 de agosto de 2010

Para comenzar...

Pleno invierno y los virus pululan en el aire. Desafortunadamente, en la pesca, me capturaron en el momento menos indicado. Unas pseudo vacaciones que se desarrollaban con tranquilidad y algunas sorpresas, para terminar tirada en esta cama, agobiada y desvariando bajo estas mantas. Revolcarse eternamente en la necesidad algo, un no se que, tan solo hacer lo que la rutina no admite, lo que las exigencias me censuran; empero hoy, hoy ya no es esto lo que me limita sino mi propia debilidad corporal. Una semana agitada entre mil haceres, aprovechando estos últimos días en las soledades del invierno en Montevideo. El asfalto gris y las noches de neblina tatuaron mis salidas, caminando hasta el hartazgo, con las manos que se escabullen en los bolsillos para rescatar esas cuantizadas gotas de calor. Noches eternas, descubriendo el infinito, sintiendo el tic tac de un reloj que no para su monotonía, su asqueante constancia. Ganas de gritar libertad y salir en busca de ese mundo de novela que se esconde tras los besos, tras las noches frías enmascaradas entre sábanas sudadas y enredadas de placer. Tu olor que se cuela en mis palabras, se diluye en mis pensamientos, y yo camino incesante, entre el abandono y la sorpresa del no se que, del no saber que... un mañana o una noche que desconozco y sin embargo me seduce en las fascinación de la imaginación. Una ilusión de vos.

Y es que es tan tonto, decido escribir y me termino enredando en esos hilachos de pensamientos que cuelgan de mi cabeza... y cincho y... pufff... una cadena interminable de ideas que me rodean y se burlan de mi ingenuidad, que flotan como el polvo en un haz de luz, como la gotita que se aferra con uñas y dientes al vidrio para no caer, para no explotar, para no terminar en la baldosa fría, deshecha, extendida en una superficie que triplica su condición natural.
Resulta que me voy, faltan unos días tan solo, unas semanas, menos de tres, y quizá cuando leas esto, o cuando yo misma lo relea, falte menos de unas pocas horas, o hayan pasado milenios entre mis ideas y estas líneas. No lo sé. Tampoco sé que será de mi en estos días que vienen ni en ese más allá, en ese otro mundo con mi alter ego. Un alter ego a amoldar a mi antojo, nadie me conoce, nadie sabe de mi, nadie espera nada de mi. Un fantasma que se libera un año y vuelve a sumirse a mi que entre tanto descanso en el recuerdo de algunos pocos montevideanos. 

Me encierro en el placard y espero mi retorno.

Las dudas se convierten en palabras, y justo a mi que me gusta navegar en mi nebulosa... era de suponer que se transformaría en esto. Un decir sin decir mientras me deshago en sonidos... prefiero continuar en los silencios de Jaga Jazzist... de todas formas solo quería anunciar mi comienzo en este blog que será una especie de diario de viaje, una lectura entre tantas.

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