jueves, 28 de octubre de 2010

Zetrijta Ulad

La mirada se habria desequilibrado, la vista ya no podria fijarse en esos rapidos y sucesivos movimientos que acrecentaban su intensidad en cada instante. Segundos que se sucedian en horas y terminaban en una eternidad vertiginosa a la mente humana, la que carente de las capacidades necesarias para imaginar un espacio limitado o netamente infinito; luchaba inutilmente para deslindarse de los prejuicios cientificos que acechan cada debil cerebro, mordiendo sus lobulos y chupando cualquier autonomia existente. Y sin embargo la solucion no estaba dada, aun no se sabia que vendria despues de ese temblequeo.
Vibracion de la cama, de la silla, el escritorio y hasta los cuadros que parecian agarrarse con fuerza al unico punto de apoyo que brotaba de la pared. Cada mueble parecia bailotear en un afan de mantener la cordura y no caer en el precipicio de la nada.
Por momentos el silencio tomaba el hilo y se extendia por una blanca o una negra, y patinaba o se deslizaba en cada renglon, pateando los miedos, para esfumar el desatino ante lo desconocido. Pero el ensordecedor agravio que afilaba por su ventana, marcaba la prescencia y la entrada del proximo explosivo que estallaria en el debil pensamiento de la muchacha adormecida en la precipitada cama. Aveces el endeble sosten de oscura madera experimentaba una especie de quebrantamiento y ante el esperado final que se le aproximaria hacia erguir con velocidad cada astilla, hasta abrazarse desesperanzadoramente en un llanto desconsolado.
Una, dos... cuatro, ya eran cuatro porque comenzaban a lanzarse de a dos. El debilitamiento se hacia notorio con lo que el piso debia sacudir aun mas su locura para escapar de la condicion que aniquilaba el lugar. A pesar de cada caida, de cada melodia que se componia con el continuo traqueteo de las bombas, Zetrijta seguia dormida, como hipnotizada por el manto que le cubria la cara y solo dejaba vislumbrar una pequeña apertura por la que sus ojos asomaban una mirada que profundizaba dolor y represion. Burka de escasos dos metros, se enroscaba y contorneaba al rededor del cuello de la muchacha, que falta de aire comenzaba a tragar el espeso humo desprendido de cada temblor.
Fue en un instante. Cuando el estripitoso sonido de la guerra islamica llegaba a la cumbre de la violencia, la mujer enloquecida tomo sus orejas evitando escuchar tal estallido. Adivinando las facciones que escondia debajo del velo, el cejo fruncido y un grito de exasperacion se podian evidenciar en las lagrimas que se arrojaban por sus mejillas. Giraba su cabeza de un lado al otro y buscaba una salida. Carcomia sus uñas en una inevitable ansiedad, devoraba las cuticulas de sus dedos, y en la desesperacion ya nada parecia realmente racional. Nada ni nadie queria salvarla, esta vez no habria un principe azul que adornado en un caballo al galope viniera a socorrerla, ya no existia la posibilidad de achicarse perpetuamente hasta encontrar un espacio inalcanzable al delirio humano.
Tomo la colcha, la que en un instante se dibujo sobre su cabeza, eliminando el mas minimo rastro de una mirada enloquecida. Mimetizada en un temblequeo constante se fue debilitando a la agresividad, hasta que un obediente proyectil, ensimismado en un objetivo de ilogico mandato, acciono a pedido del superior, despedazando cada pequeña golondrina que entre aguilas intentaba remontar vuelo.
Ahora si el segundo se transformo en eternidad. Zetrijta podria descansar en el ilimitado universo de polvo que navegaba junto a los Ulad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario